29 de septiembre de 2019

¿Cómo escribir sí se está desvariando?


Hace mucho tiempo que me planteo la idea de volverme escritora. Estaba cursando secundaria cuando el pensamiento atravesó mi cabeza y se encajó ahí donde van todos los pensamientos que no te dejan dormir. Desde ese día sentí la imperante necesidad de poner el papel mis sueños, pintarlos de colores más vivos y que se vieran lo bastante decentes para decirle a mis amigas que los leyeran. No estábamos lo suficientemente grandes para comprender muchas cosas pero nos gustaba imaginarnos en aventuras en el mar, en citas románticas y en tragedias tristísimas. La mayor parte de las veces me escribía como la protagonista de todo el drama, ocasionalmente inventaba otro personaje y le daba vida a través de diálogos que poco a poco se fueron haciendo narraciones. Me inspiraba en los actores que admiraba en aquel entonces, muchas veces por flojera ni siquiera me daba el lujo de cambiarles el nombre, poco después me daría cuenta de que lo que estaba escribiendo eran fanfics. Cuando entré al bachillerato mi nivel de escritura disminuiría y los libros se volverían mi vida casi sin darme cuenta, abandoné las historias en un rincón de mi cuarto y me puse a llenar mi cerebro de las palabras de otras personas que provocarían, no mucho tiempo después, mi entrada a la carrera que estudié.
Llegando a la Universidad me di cuenta de lo difícil que resultaba en estos tiempos hacerse escritora, había recuperado mis ganas de escribir luego de mi etapa de súper bookworm pero lentamente las volví a perder en algún punto del camino. Había fijado mis metas hacía otro lado y no pensaba mucho en mi sueño inicial de volverme una J.K. Rowling, encontré otros espacios en donde podía desenvolverme bastante bien y no le tomé importancia a ese gusanito que se iba metiendo nuevamente en mi cabeza que me recordaría diariamente que yo debía escribir. El tiempo pasó, personas se fueron de mi vida y nuevas llegaron a ella, sentía tanto y pensaba muchísimo, llegó un punto en donde tantas palabras ya no me cabían y supe que tenía que regresar a escribir. Al principio fue muy difícil, como si mis manos estuvieran hechas piedra, tenía años sin plasmar mis pensamientos en el papel, tenía tanto tiempo lejos de la pluma. Mis manos dolieron al inicio, mi cabeza se enredó porque no sabía cómo escribir lo que deseaba, llegué a soltar unas cuantas lágrimas por la impotencia de no poder, llegué a pensar en dejarlo definitivamente y no volver nunca más. Luego miré a mi alrededor, me di cuenta de que el mundo en el que vivo es muy complejo, que las personas cada día se vuelven más difíciles y que por ende mi vida se iba a ir tornando más difícil, ¿qué haría entonces? Los libros serían un escape muy potente de esos momentos pero…
Escribir. Esa era la única solución a mis pensamientos tormentosos, a mis sueños extraños, tenía que escribirlo todo, pero también quería compartirlo todo. Muchas veces encontré un poco de alivio leyendo las experiencias de alguien más, ¿por qué no compartir las mías? Quizá alguien encuentre lo que busca leyendo estos desvaríos.